La Fortuna tiene ese encanto que conquista desde el primer minuto: un pueblo rodeado de selva, envuelto en niebla suave y con un volcán imponente que parece vigilarlo todo. Ubicada en el norte de Costa Rica, en la región de San Carlos, esta localidad es la puerta de entrada a uno de los paisajes más vibrantes del país y un imán para quienes buscan naturaleza, aventura y relax en un mismo lugar.

El Volcán Arenal, con su forma cónica perfecta y su vegetación creciendo en cada grieta, domina el paisaje y marca el ritmo de este rincón costarricense donde los días transcurren entre senderos, termas y pura vida. La humedad de la mañana suele traer una llovizna finita, de esas que refrescan sin molestar, hasta que el sol aparece y enciende todos los tonos de verde de la selva.

En ese escenario exuberante, La Fortuna despliega una oferta turística completísima: caminatas por el Parque Nacional Volcán Arenal, miradores que regalan postales inolvidables, campos de lava enfriada y ecosistemas que cuentan la historia geológica de la zona. La Reserva Privada 1968 suma vistas privilegiadas y rincones ideales para detenerse a contemplar.

Entre los imperdibles, la Catarata La Fortuna enamora al instante. Su caída de más de 70 metros se esconde en plena selva y recompensa cada uno de los 500 escalones previos. El agua helada, el sonido poderoso y el paisaje exuberante hacen que el esfuerzo valga la pena una y mil veces.

El Místico Park se convirtió en un clásico para quienes aman la naturaleza. Sus 14 puentes colgantes permiten ver la selva desde arriba, descubrir tucanes, monos, ranas de colores y, con suerte, perezosos moviéndose con su ritmo tranquilo. Reservas como Sloth’s Territory, Ecocentro Danaus y Bogari Trail completan la experiencia, con tours nocturnos donde la vida silvestre muestra su costado más misterioso.

Si algo define a La Fortuna son sus aguas termales. La energía geotérmica del Arenal alimenta decenas de piscinas naturales cargadas de minerales con beneficios terapéuticos: alivio muscular, propiedades antiinflamatorias y una sensación de relax total. Tabacón Grand Spa Thermal Resort es una de las joyas del destino, con su río termal fluyendo entre jardines tropicales. The Springs Resort & Spa ofrece 28 piscinas y vistas perfectas; Los Lagos Hotel Spa & Resort combina termas, canopy y lagos color esmeralda. Para experiencias más íntimas, Ecotermales Fortuna, Paradise y Titoku son opciones ideales. Y quienes buscan alternativas gratuitas pueden disfrutar del río Tabacón y de áreas naturales dentro del parque.

La oferta de alojamiento es amplia y diversa: desde los lujosos Nayara Tented Camp, Nayara Springs y Nayara Gardens hasta propuestas familiares como Arenal Manoa, Volcano Lodge o Los Lagos, y opciones accesibles como San Bosco Inn, El Silencio del Campo o Cabañas del Río. Muchos de ellos cuentan con termas propias y vistas privilegiadas al volcán.

A la energía volcánica se suman actividades de pura adrenalina: tirolesas de nivel internacional, rafting en los ríos Balsa y Sarapiquí, canyoning, rappel en cascadas y aventuras completas en Arenal Mundo Aventura. También hay senderos en ATV, cabalgatas entre fincas rurales y deportes acuáticos en el lago Arenal, como kayak y paddle.

La gastronomía acompaña con la misma energía vibrante del destino. Sabores locales en Soda D’Mi Tierra, Tiquicia, La Hormiga o La Choza de Laurel; propuestas internacionales en Don Rufino, La Forchetta, Orgánico Fortuna, Snapper’s House o El Chifa La Familia Feliz. El Mercadito Arenal suma food trucks y clásicos costarricenses como gallo pinto, casado, chifrijo y yuca frita.

En La Fortuna todo fluye con el ritmo de la naturaleza: aventura, pausas en aguas termales, fauna en libertad y una cultura que recibe al viajero con calidez. Es el tipo de destino que renueva, que invita a quedarse un poco más y que confirma por qué Costa Rica es sinónimo de pura vida.